Algunas reflexiones sobre las ideas de Trump respecto a Gaza
Por Marcelo Birmajer
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En la primera semana de febrero de este año, menos de un mes después de haber asumido su segundo mandato- no consecutivo-, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, expresó algunas ideas para promover la paz y la libertad en Gaza: que Estados Unidos administre temporalmente la Franja y que a los palestinos desplazados se les permita reasentarse en otros sitios; y aquí cito literalmente, más pacíficos, más prósperos y más agradables, que lo que es hoy la Franja de Gaza bajo la tiranía de Hamas. Esta proposición, que no solo no es alocada sino que tiene precedentes exitosos y en sí misma una enorme carga de buena voluntad, ha sido interpretada por la mayor parte de los analistas de política internacional, por una gran cantidad de líderes del mundo y por supuesto por la totalidad de las dictaduras del Medio Oriente, como una baladronada, un intento de sometimiento de la población de Gaza y, en la mejor de las percepciones por parte de estos interlocutores, como una insensatez. Pero la propuesta de Trump es la menos mala de las que hemos escuchado por lo menos desde 1967. En lugar de sumarnos al coro del escándalo, diseccionémosla.
1)Trump no ha hablado en ningún caso de desplazamientos forzosos. Solo ofreció colaborar en un proceso migratorio que mejora la calidad de vida los implicados. Este movimiento masivo de personas de una localidad a otra mejor, ocurre diariamente en el planeta, sin que no solo ninguno de los interlocutores mencionados se escandalice, sino que, por el contrario, critican a Europa y al propio Trump, por no ser lo suficientemente receptivos respecto de esas corrientes migratorias. Consideremos también que los lugares de reasentamiento que Trump sugiere son por un lado Jordania, que está compuesta en una buena proporción de población palestina; y Egipto, cuya principal religión es el Islam, y cuyos líderes invariablemente se han manifestado a favor de “la causa palestina”. En ambos casos, el lugar de recepción resultaría razonablemente más hospitalario que Europa o USA para los millones de musulmanes que exigen inmigración a esos centros del occidente liberal, donde ni la religión ni la población comprenden las mismas características de los recién llegados.
2) Las propuestas de Trump no se emiten en medio de una situación razonablemente estable, o para solucionar un conflicto larvado. Trump ha sido el mayor pacificador del conflicto que lanzó Hamas en su invasión islamonazi contra el Sur de Israel, que a la vez fue por lejos el peor conflicto bélico que hayan vivido tanto israelíes como palestinos, entre la Franja de Gaza y el sur de Israel, desde 1948 hasta la fecha. No es que Trump “agite” o soliviante los ánimos: los ha morigerado, dentro de lo posible. A esto sumemos el precedente: Estados Unidos efectivamente administró parte de la derrotada Alemania nazi y la totalidad del derrotado Japón imperial, en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial. Los resultados, desde entonces hasta el mismo día de hoy, fueron muy alentadores. También Trump ha sido el planificador y realizador, junto a Benjamín Netanyahu, en la anterior presidencia del americano y también durante la primera magistratura del israelí, del más abarcativo de los acuerdos de paz entre Israel y el mundo árabe: los acuerdos Abraham, también vigentes. Trump ha apostado exitosamente por la paz, ininterrumpida y juiciosamente.
3) Las propuestas de Trump enfrentan una motivación muy inusual en Historia de las conflagraciones bélicas: el islamonazismo. Si el nazismo inauguró en el siglo XX una determinación por la cual era más importante el exterminio del pueblo judío que la propia supervivencia de los alemanes, el islamonazismo le agregó a esta misma distopía la implantación de la Sharía en el planeta. Pero la fundamentación original es la misma: como lo mayoría del electorado alemán de entre 1933 y 1945 prefería el exterminio de los judíos a cualquier otro aspecto de sus vidas, también la mayor parte del electorado palestino prefiere intentar exterminar al pueblo judío que vivir. Solo un ejemplo: desde el comienzo de la contra ofensiva israelí, para derrotar incondicionalmente a la secta islamonazi Hamas- ejecutora de la masacre del 07.10.23- y rescatar a los más de doscientos rehenes-, la propia secta islamonazi y otras agrupaciones palestinas han declamado que sus civiles y niños padecen hambre, falta de agua, de los insumos básicos para vivir. Y sin embargo, mantuvieron más de doscientos rehenes, muchos con vida hasta este mismo momento. ¿Si no tienen para darles de beber a sus hijos, porque les dan de beber a quienes consideran sus peores enemigos, los rehenes judíos? La respuesta es que valoran más matar judíos que las vidas de sus propios infantes. Frente a esa criminalidad inaudita, reflexiona en voz alta Trump una solución que no puede ser de la misma naturaleza de las que se vienen aplicando desde 1967 hasta la actualidad. No es la más insensata: es la menos insensata. Todo el conflicto entre el mundo árabe e Israel, desde 1948 hasta la fecha, deriva de que la mayoría del electorado árabe recogió la distopía nazi de acabar con el pueblo hebreo. También la mayoría del electorado palestino ha sostenido este mandato siniestro, antes, durante y después de 1967. La motivación es completamente inusual. La solución no puede ser de Perogrullo. Solo para continuar reflexionando, sin escándalo: para escandalizarnos ya tenemos el 07.10.2023.
07 de Febrero 2025